11.14.2012

Se busca cura para la sanidad!


Estamos sumergidos en una crisis económica que afecta a todos los niveles de nuestras vidas; el trabajo, la educación y, entre otros muchos, la sanidad.

Ésta se está convirtiendo en un negocio, controlada por farmacias y por el Estado. La situación económica se refleja en una profunda crisis del sistema sanitario. Todo lo mueve el dinero; estamos comerciando con nuestra salud.

Un ejemplo de esta situación es que, hasta septiembre, el servicio de sanidad en España era universal para todo aquel que precisara de atención médica. Desde el día uno del mismo mes, dejaron de atender a sin-papeles a no ser que corrieran riesgo de muerte. Es decir, que los inmigrantes ilegales que precisaran de antibióticos, que tuvieran enfermedades venéreas o, incluso enfermedades mortales como el cáncer, no podrían ser atendidos a menos que formalizasen su situación.

Desde ese día uno, el respeto a la vida, el derecho a una atención médica, les está siendo negado por el simple hecho de no tener documentación y, de lo que más les importa, de no pagar impuestos.


De la misma manera en que restringen el tratamiento, están restando las ayudas para adquirir medicamentos. Antes, éstos eran totalmente gratis para los que no tenían trabajo y los que estaban jubilados; hoy en día han de cofinanciar la compra.

La sociedad, hasta entonces, llegaba a abusar de ciertos fármacos, aprovechándose de la gratuidad de éstos. Debilitaban así las arcas del estado con la excesiva demanda, en vez de poner en práctica la virtud aristotélica del término medio, y requerir sólo lo necesario.
Al retirarse las ayudas para la adquisición,  la población se plantea incluso el uso de ciertos medicamentos, puesto que ya no se pueden hacer cargo de la cantidad que normalmente demandaban. Pretenden rechazar así el uso de medicinas básicas, pero de gran importancia.


Otro ejemplo del abuso de la población es la hiperdemanda de atención médica.  Aumentan la verdadera importancia de sus problemas para ser atendidos rápidamente; esto satura las listas de espera, ralentizando el sistema, y haciendo esperar meses y meses para ser tratados a personas que realmente lo necesitan.

Este exceso de atención desemboca en las llamadas “enfermedades imaginarias”. Son procesos naturales de la vida, que al ser medicalizados ante la insistencia del paciente,  pierden su aspecto natural para ser vistos como una enfermedad a tratar. Un ejemplo de éstas son la menopausia y la osteoporosis. En la mayoría de casos, estas dolencias son tratadas con placebos, suponiendo de nuevo un gasto para el Estado.


El requerir atenciones ante estas banalidades y el procurarlas, solo crea una tolerancia cero a la frustración en las personas, puesto que les es dado aquello que pedían, aun sin ser necesario, y esta intolerancia es extrapolada a otras situaciones de la vida.


En definitiva, el juego en el que están convirtiendo el sistema sanitario no beneficia a nadie, mas que a los que mueven los hilos del país.
La salud está en peligro y parece no importarle a nadie. No somos capaces de ver que todos, todos, hemos puesto de nuestra ayuda para crear esta situación.

Porque, al fin y al cabo, todo lo mueve el dinero y estamos comerciando con nuestra salud.