12.10.2012

INDIVIDUALIDAD COMÚN

http://www.youtube.com/watch?v=CFbhLd-7iu8

En el video anterior se expone el "Experimento Milgram", realizado en 1963 por el psicólogo Stanley Milgram.
La investigación se proponía demostrar el nivel de obediencia a la autoridad que mostraban determinados sujetos, en situaciones de peligro ajeno, sin que ellos asumiesen las consecuencias.

El procedimiento era sencillo. 
El experimento era anunciado en un periódico, con la notificación de una pequeña recompensa por quien se ofreciese voluntario. 
Una vez seleccionados, a cada persona le era asignado un papel; profesor o alumno.
El profesor debía hacer unas preguntas que, si el mencionado alumno fallaba, eran castigadas con una descarga eléctrica. A medida que aumentaba la dificultad de las preguntas, así lo hacía la intensidad de los voltios aplicados.

Llegados a un punto, esta práctica es considerada peligrosa para la vida de los alumnos.
En este momento, algunos de los sujetos se mostraban reticentes a seguir con el experimento. El doctor que supervisa la prueba, explica al profesor cómo incidiría su renuncia en los resultados finales. Sólo un 35% de éstos, mantienen su idea de dejar el experimento, y el 65% de ellos, siguen adelante, aún sabiendo el riesgo que supone para las vidas de los alumnos.

El truco de la investigación estriba en que los alumnos son realmente actores, que no sufren ninguna descarga eléctrica.

De este modo, Milgram prueba como, el ser humano, puesto bajo el mínimo de presión por parte de una autoridad pierde su individualidad por seguir al grupo. Un ejemplo de cómo somos capaces de realizar atrocidades si eso supone una conciencia limpia, pues el placebo de que "hemos sido mandados a ello" nos tranquiliza
El 65% de la sociedad estaría dispuesta a torturar, incluso llegar a matar a otra persona simplemente porque alguien se lo ha dicho.


Stanley Milgram ideó este experimento a raíz del Holocausto nazi. Adolf Eichmann declaró que la persecución judía infligida por él, fue debida a que le fue ordenada. Esta es otra muestra de la susodicha investigación.

Hoy en día la situación no es muy diferente, pues nuestras vidas están gobernadas por autoridades durante toda nuestra existencia. Nos regimos por aquello que nos dictan, que nos sugieren, perdiendo así nuestra individualidad, y adquiriendo así las características comunes que intentamos hacer propias. Como ejemplo, las tribus urbanas. 

Al fin y al cabo, la humanidad siempre ha sido sometida, ha cometido actos cruentos sin castigo y seguimos sin inmutarnos, sin cambiar. A pesar de muestras como la anteriormente expuesta, a nadie parece importarle que más de la mitad de personas que le rodean estén dispuestas a asesinarle si alguien se lo pidiese.

Nos creemos novedosos, únicos, capaces de todo.

Realmente sólo somos la muestra de que el ser humano no es perfecto.


11.14.2012

Se busca cura para la sanidad!


Estamos sumergidos en una crisis económica que afecta a todos los niveles de nuestras vidas; el trabajo, la educación y, entre otros muchos, la sanidad.

Ésta se está convirtiendo en un negocio, controlada por farmacias y por el Estado. La situación económica se refleja en una profunda crisis del sistema sanitario. Todo lo mueve el dinero; estamos comerciando con nuestra salud.

Un ejemplo de esta situación es que, hasta septiembre, el servicio de sanidad en España era universal para todo aquel que precisara de atención médica. Desde el día uno del mismo mes, dejaron de atender a sin-papeles a no ser que corrieran riesgo de muerte. Es decir, que los inmigrantes ilegales que precisaran de antibióticos, que tuvieran enfermedades venéreas o, incluso enfermedades mortales como el cáncer, no podrían ser atendidos a menos que formalizasen su situación.

Desde ese día uno, el respeto a la vida, el derecho a una atención médica, les está siendo negado por el simple hecho de no tener documentación y, de lo que más les importa, de no pagar impuestos.


De la misma manera en que restringen el tratamiento, están restando las ayudas para adquirir medicamentos. Antes, éstos eran totalmente gratis para los que no tenían trabajo y los que estaban jubilados; hoy en día han de cofinanciar la compra.

La sociedad, hasta entonces, llegaba a abusar de ciertos fármacos, aprovechándose de la gratuidad de éstos. Debilitaban así las arcas del estado con la excesiva demanda, en vez de poner en práctica la virtud aristotélica del término medio, y requerir sólo lo necesario.
Al retirarse las ayudas para la adquisición,  la población se plantea incluso el uso de ciertos medicamentos, puesto que ya no se pueden hacer cargo de la cantidad que normalmente demandaban. Pretenden rechazar así el uso de medicinas básicas, pero de gran importancia.


Otro ejemplo del abuso de la población es la hiperdemanda de atención médica.  Aumentan la verdadera importancia de sus problemas para ser atendidos rápidamente; esto satura las listas de espera, ralentizando el sistema, y haciendo esperar meses y meses para ser tratados a personas que realmente lo necesitan.

Este exceso de atención desemboca en las llamadas “enfermedades imaginarias”. Son procesos naturales de la vida, que al ser medicalizados ante la insistencia del paciente,  pierden su aspecto natural para ser vistos como una enfermedad a tratar. Un ejemplo de éstas son la menopausia y la osteoporosis. En la mayoría de casos, estas dolencias son tratadas con placebos, suponiendo de nuevo un gasto para el Estado.


El requerir atenciones ante estas banalidades y el procurarlas, solo crea una tolerancia cero a la frustración en las personas, puesto que les es dado aquello que pedían, aun sin ser necesario, y esta intolerancia es extrapolada a otras situaciones de la vida.


En definitiva, el juego en el que están convirtiendo el sistema sanitario no beneficia a nadie, mas que a los que mueven los hilos del país.
La salud está en peligro y parece no importarle a nadie. No somos capaces de ver que todos, todos, hemos puesto de nuestra ayuda para crear esta situación.

Porque, al fin y al cabo, todo lo mueve el dinero y estamos comerciando con nuestra salud.